Hola. Soy yo en Australia. Curioso, ¿no?, un tipo tan reacio como yo a volar desplazándose a la otra punta del planeta. En total, 27 horas de viaje para llegar aquí. Madre mía. Cuatro despegues con sus respectivos aterrizajes. Una locura. Pero bueno, así es la vida del jugador de poker online.
Ya puestos, mi mujer y yo hemos aprovechado para ver un poco el país. Hemos ido al Rainforest, a la Gran Barrera de Coral, a Sydney, las Blue Mountains… Hemos estado con los canguros y los koalas, lanzando boomerangs a los pájaros, haciendo snorkel… O sea, las actividades que todo el mundo lleva a cabo cuando viene a Australia. Aquí se come de coña, por cierto; el canguro y el cocodrilo, buenísimos.
Si no os da pánico volar y disponéis de unos buenos ahorros, os recomiendo encarecidamente este país. Pero vale ya de este tema, que esto no es un blog de turismo. Hablemos de poker. El día 12 llegamos a Melbourne y me fui directo a registrarme en el evento número 11 de los Aussie Millions, que empezaba en media hora. Para mi sorpresa, no se trataba de un torneo que se jugara con cartas y fichas reales, sino que cada jugador tenía en frente una pantalla táctil en la que aparecían sus cartas y las fichas. El hecho de que mi pantalla no funcionara y me perdiera varias manos no contribuyó a que disfrutara de la experiencia. Terminé el 19, fuera de los premios, eliminado en una mano un tanto rara en la que participó Joe Hachem*.
La sala de poker del Crown Casino es excelente y la organización es buenísima. En las partidas de dinero no cobran rake, sino que cobran por tiempo, y una hora en una mesa de no-limit en niveles medios cuesta dos ciegas grandes o 2 y media. Las listas de espera no se llevan en una pizarra cutre, sino en un ordenador, y cuando te toca el turno te mandan un SMS al móvil, aunque hay pantallas por toda la sala en las que puedes ver qué posición ocupas en la cola. Y cuando te toca el turno, te imprimen un papel con el número de mesa y el asiento que te corresponde, que le tienes que presentar al croupier, con lo que se evitan muchos líos. Llevo bastantes horas jugadas en esta sala, y he ganado algo de dinero (una miseria comparado con lo que nos ha costado el viaje).
Dentro de unas horas empiezo en el Main Event de los Aussie Millions. Por culpa del aire acondicionado a toda potencia (al casino tienes que ir con forro polar, y la mujer de la limpieza tiene la manía de ponernos el aire en la habitación a 13º C), me he resfriado y he tenido fiebre, pero afortunadamente ya me encuentro mejor, listo para dar guerra. Tengo unas ganas enormes de empezar a jugar; se trata de uno de los cinco torneos más importantes del circuito y los grandes nombres del poker están aquí. Mañana explicaré lo que ocurra.
——-
*La mano en la que salí eliminado del evento número 11 fue un tanto rara (tampoco muy rara, no os hagáis ilusiones). Yo había quedado tocado de fichas unas manos antes al perder con trío contra una escalera, y al empezar esta mano me quedaban 5100 en fichas y en la ciega grande (las ciegas eran de 400/800) me reparten dos dieces. UTG, que tiene 14000, sube a 2000, todo el mundo se retira y Joe Hachem, con un stack de 25000, resube desde la ciega pequeña. Yo en seguida le doy al botón de call en la pantalla táctil, sin fijarme en la cantidad que ha subido Hachem, asumiendo que habrá subido a 8000 o por ahí y UTG hará fold (UTG sube muchas manos desde cualquier posición y luego se tira ante resubidas). Para mi sorpresa, resulta que sólo ha subido a 4400, con lo que UTG obtiene buenas odds y también hace call. El flop viene 5-6-2. Hachem apuesta 10000, hago call con las 700 fichas que me quedan y UTG hace call all-in. Se ven las cartas y Hachem tiene AQ y UTG 65. El turn y el river no afectan al resultado y yo salgo eliminado.
——-
ACTUALIZACIÓN: Ayer empecé y terminé mi participación en el Aussie Millions. Fue visto y no visto. Pim, Pam. A otra cosa.
Mi torneo fue estúpido de principio a fin. Me metieron en una mesa durísima (como imagino que eran todas, por otra parte –estamos hablando del Aussie Millions–) y me dieron una porquería de cartas. El hecho de tener fiebre y dolor de cuello tampoco contribuyó al disfrute, ni a que desplegara mi mejor juego.
En fin, cosas que pasan. Me pego un tiro y ya está.
El viaje a Australia ha sido fantástico. Y todavía me quedan unos días por aquí. Mañana vamos a Phillip Island. Ya tengo ganas de ver a los malditos pingüinos.